ENTRE EL CAOS, LA INCERTIDUMBRE Y EL AMOR

  Mi querido Elliot Damián

Como ya te habrás dado cuenta, este año ha sido particularmente complejo. Aún me refiero al 2019 como si hubiera sido ayer, no fue sino hasta que, platicando con tu abuelo, me hizo ver que habían pasado los años, y que tanto tu papá como yo nos hemos convertido en máquinas que no tienen ninguna posibilidad de descanso, todo se convirtió en trabajo, trabajo, y buscar más trabajo, y hubiese sido genial que eso hubiera significado tener mayor recurso económico, pero eso no fue así, paradójicamente mientras más trabajo había menos ingreso económico existía, y es que a la par de ese cambio tan drástico en nuestra vida, también se vino antes del año de aquel suceso, una pandemia que nos vino como una bomba y no solo a nuestra familia, sino a la sociedad en general. Entonces, no acabamos de procesar en nuestro mapa cognitivo todo esto que estábamos tratando de acomodar, (principalmente mamá) y buuum viene un encierro, y de pronto, estábamos tratando de sobrevivir en un diminuto departamento, con largas jornadas de trabajo de home office, con muchas cosas que aun no terminamos de comprender, con todo el miedo del mundo de perderte, (porque tu talón de Aquiles siempre ha sido las vías respiratorias), y esa enfermedad de eso consistía; así que podíamos mantenernos encerrados, aún más aislados del mundo, pero la probabilidad de perderte nos dolía en todo nuestro ser. Solo que realmente había un pequeño detalle, esa soledad realmente no era nueva, un día, de los pocos que pudimos sentarnos a platicar, nos dimos cuenta que realmente esto era algo que nuestra pequeña familia de tres, hace muchos años había comenzado a vivir, vivíamos aislados del mundo y en soledad. Claro, el haber tenido un poco más de recursos económicos, nos había dado la posibilidad de ir a visitar a la familia  la costa oaxaqueña, y eventualmente viajar a un lugar cercano, pero solo eso.

Las amistades, las tardes de café, el baile, se habían anulado completamente de nuestras vidas, bueno un poco más en la mía, porque papá afortunadamente al día de hoy conserva a sus grandes amigos. Y también pasó precisamente eso, a pesar de encontrarnos en ese reducido espacio, el cual sin duda, nos veríamos, no podíamos convivir, las interminables horas frente a la computadora se empezaron a hacer dolorosas, yo perdí ese entusiasmo por dar clase y una especie de culpa me comenzó a invadir, quería estar plenamente contigo pero ni podía, por ello cuando los estudiantes se comenzaron a quejar de mi clase, de que tenían que hacer tarea me molesto y me ha dolido tanto, ellos exigían empatía, pero no eran capaces de mirar que esa maestra que tan mal les cae, sufría por no poder atender a su hijo, por comenzar a ver como las crisis convulsivas se reactivaron de una manera impredecible y de cómo te estabas deprimiendo al estar tanto tiempo encerrado. Pero eso no importaba, yo era adulta y yo tenía, que “estar bien”, la sociedad en muchas ocasiones es cruel y no la término de comprender.

La vida se fue tornando un poco más con caos, el que seas un chico de 10 años con dependencia en actividades de la vida diaria, no es tarea sencilla, desde el cambio de pañal, la atención a los alimentos que consumes, el vigilar que no se atore la comida, y el ir viendo que inevitablemente la enfermedad avanza, así es, siempre lo hemos sabido, pero jamás estaremos lo suficientemente preparados para ello. La incertidumbre se ha convertido en nuestra casual compañera, y en ocasiones hacemos lo posible por mantener una convivencia con ella, pero realmente “nos cae mal”. Este mayo se han cumplido 4 años, y wow! me he parado en seco, tu abuelo me decía ese discurso con un rostro un tanto preocupado…supe entonces que no estamos bien, y aunque la gente se da cuenta, la respuesta es que nos evita aún más. Cuatro años mi querido Elliot, que nuestra vida la comenzamos a vivir en el caos, la angustia continua, y pendemos de un hilo de esperanza para continuar. Hace poco papá y yo nos preguntamos cuánto tiempo más podremos seguir así, no es fácil continuar sobreviviendo en un contexto en el que hagas lo que hagas estará mal, en el que tratas de luchar por tus derechos y la respuesta que obtienes es el enojo, la apatía y la indiferencia. Valoramos mucho las muestras amorosas que en ocasiones nos brindan algunas personas, es como si recargaran nuestra reserva de amor que nos permite sacudirnos un poco y continuar, pero siendo muy realistas, necesitamos de una dosis cada vez mayor, estamos agotados, y un tanto decepcionados de todas las injusticias que vemos y vivimos hacia ti.

¿Sabes? ya no quiero continuar siendo una máquina, ya me canse de tratar de hacer y dar lo mejor de mi y al final del día solo recibir cosas tan feas de muchas personas, en muchas ocasiones me comienzo a creer que realmente soy la peor mujer y madre del mundo, y eso no está bien. ¿Sabes? he recordado que siempre te quise mostrar las cosas bonitas de la vida, porque como sabes, a mamá la vida la ha apaleado en un sinfín de ocasiones, aun así siempre trató de seguir dando lo mejor de si; seguir disfrutando del frescor de los árboles, de la brisa del mar y de los sueños que me acompañaban. Mamá en este momento no tiene sueños, tiene un tejo de esperanza pequeñito que necesita alimentar, aunque te confieso mi pequeño hijo, no se bien como alimentarlo. Solo veo como tú mantienes ese amor a la vida, como tus ojos brillan maravillado de cosas muy pequeñas, o al ver tu spiderman!, o cuando mamá hace pasos graciosos para bailar, cuando me abrazas a tu manera me haces saber que me amas, adoro estar contigo y con papá, pero tal vez…solo tal vez…tenemos que volver a perder completamente todo, salir al afuera y recomenzar a vivir…

Te ama mamá: Sof Martínez





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