A propósito del día de la Lactancia: las madres que no pudimos amamantar.
Realmente me da muchísimo gusto que se estén haciendo tantas campañas para que las madres den de lactar a sus bebés. También que se vayan debatiendo las mitos alrededor de la lactancia y promuevan todos los beneficios que conlleva una lactancia sana y amorosa.
El mensaje llega cada vez a más personas, y aunque realmente es algo tan natural,
por muchas razones sociales se ha ido sustituyendo por una lactancia
artificial. Sin embargo, como en todo, no podemos generalizar, pues existen
situaciones en las que no se logra amamantar. Existen
casos en los que la producción de leche es baja e insuficiente para la
demanda del niño, y aunque menos corriente, también puede ocurrir que las
madres padezcan un exceso de leche.
En estos casos lo ideal es acercarse a los especialistas adecuados, en lo
particular me hubiese gustado mucho contar con mayor información en su momento
para poder lactar, pero la situación médica de Elliot, las largas hospitalizaciones
desde pequeño, el estrés y angustia de no saber si viviría o no, y otras series
de situaciones de salud tanto de él como mía, hicieron que no pudiera darle de
lactar, y realmente es algo que me dolió, porque si tenía conocimiento de los
beneficios, pero al momento de pedir orientación, no la hubo.
Fue doloroso físicamente pero principalmente emocionalmente, en su lugar me
encontré con regaños de enfermeras y médicos, e incluso de conocidas, que
además de culparme por la condición de discapacidad de mi hijo, me señalaron
por no lactar. Pero ¿cómo lo hacía en un hospital que me prohibían cargarlo?,
que eran regaños constantes pues según
las enfermeras, ya lo había cargado “demasiado”. Esto sin duda no afecta
solamente al bebé sino también a la madre.
Lo curioso es que aunque estaba en hospitales, la atención se centro en la
atención médica de mi pequeño, y llegó el momento que la lactancia quedó
olvidada. Muchas veces me quedó la
sensación de malestar, porque sentía que no había provisto a mi pequeño de algo
tan importante y sustancial.
Hoy en día, entiendo que aunque lo ideal hubiese sido contar con la
asesoría adecuada, y buscar ayuda, tuve
que priorizar también ente la vida de mi hijo y buscar otros apoyos, la cabeza
no me dio para más, aunque el corazón lo pedía. Pensaba que también nosotros
como sociedad podemos hacer la diferencia, difundiendo información y todas
aquellas mujeres y lugares que amorosamente acompañan en este proceso en lugar
de juzgar.
La invitación es brindar también acompañamiento a estas madres, que por
razones extraordinarias, o por alguna condición de discapacidad de su hijo, la
lactancia se ha complicado, lo cual no implica forzarlas. El acompañamiento en
ocasiones será sobre todo a nivel emocional.
Porque la información inclusive para el sector salud, en ocasiones es
limitada, al igual que las medidas de acción.
Y también la invitación es a no satanizar a aquellas madres que tuvimos que
recurrir a la fórmula por condiciones específicas, pues ello no es sinónimo de
ser maña madre o una madre descuidada. La información a difundir creo, deberá
ser siempre difundida de manera amorosa y respetuosa.
Finalmente también he comprendido y asimilado que no soy menos mamá por no
haber podido lactar, tuve que usar fórmula por diversas razones. Soy igual
mamá, amo a mi hijo, y aunque no pude darle leche le he brindado todo el amor
posible a través del colecho, las caricias, las palabras amorosas, los
arrullos, mi descubrimiento de ser madre ante él, disfrutando de su compañía y
de todo su Ser.
Sof Martínez
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